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Chávez nuestro que estás en el cielo…

Por Yolanda Larrea Sánchez , 1 marzo, 2015

Todavía con el runrún del Chávez, Chávez, Chávez, carajo de Monedero en la cabeza, pienso en ti, Venezuela, en la que un día confundió la Revolución con la libertad. ¿Qué te está ocurriendo?

Hasta aquí nos llegan informaciones sesgadas donde el caos es el protagonista absoluto. Maduro se pierde en conspiraciones judeomasónicas, unos hablan de historias imperialistas de raíz Martiana, así como de posibles golpes de Estado, y otros de métodos de represión a la manera de los colegas cubanos que acaban con cualquier posible apoyo internacional. En la actualidad Hispanoamérica vuelve a ser noticia. Y vuelven con ello a rescatar esa imagen de continente vencido, de niño incomprendido cuyo potencial es eclipsado por violencias partidistas que dejan en entredicho la defensa de los derechos humanos.  Estaba llamada a ser una superpotencia y da la sensación de que se encuentra en una continua inestabilidad. Venezuela no es una excepción. Se trata de un país emergente cuya economía se sustenta en la producción  petrolífera, siendo incluso el país con más grandes reservas de petróleo del mundo y, por tanto, uno de los más ricos. Por ello, no se entiende que tenga una sociedad pobre y uno de los territorios más inseguros y violentos. Prueba de ello ha sido el asesinato de Kluivert, un joven de 14 años que ha fallecido de un tiro en la cabeza durante las protestas antigubernamentales en Táchira. Hay, por supuesto, quien no opina así, y considera que vincular palabras como violencia o miedo con Venezuela es ya un cliché muy manido, utilizado por la oposición para desestabilizar a un Gobierno que prosigue con el cambio hacia una gloriosa Venezuela. A decir verdad, la Tierra de Gracia se puede mirar de al menos dos formas: al trasluz de Estados Unidos, o mediante una visión más postmoderna, tendente a la democracia social. Pero ¿cuál es la realidad del pueblo venezolano? Hablar de Venezuela a través del Gobierno de Nicolás Maduro, es hacerlo al fulgor de los trinos mitineros y casi burlescos del señor Hugo Chávez. Lejos de frivolizar, sí es cierto que con él disminuyó la pobreza, y con ella el analfabetismo. Sin embargo, diacrónicamente el análisis de estos elementos puede tener más de una verdad según cual sea el referente. Antes de 1999, con Rafael Caldera presidiendo la República y Chávez a punto de entrar a escena, el 45% de la población estaba por debajo del umbral de la pobreza. Actualmente, según un estudio de la Universidad Católica Andrés Bello, la Central de Venezuela y la Universidad Simón Bolívar, la cifra ha alcanzado el 48% en 2014. Los resultados son catastróficos. El pajarito que debía de ver Maduro más que un hermoso turpial, era una pavita.

Venezuela es el segundo país más peligroso del mundo,según la ONU, y también tiene la inflación más alta. Este último aspecto ha dado lugar a la aparición de un mercado negro de precios desorbitados. La escasez de productos básicos es ya una realidad y el precio está tan inflado que un simple paquete de pañales puede llegar a costar 155 bolívares, es decir, casi 22 euros. Con su país derrumbándose, Maduro se atreve a decir que «Dios prooverá». Decirle al pueblo que se agarre a eso es tanto como decirle que no va a mover un puñetero dedo. No meta a Dios en esto, que no juegue así con un país que económica, social y culturalmente siempre ha sido prolífico. Lo que seguro no es Dios, es chavista. La civilización-barbarie que dibujaba Rómulo Gallegos allá por 1929 poco difiere de la Venezuela actual. ¿Qué la diferencia del autoritarismo y la opresión de la dictadura gomecista? Es, quizá, en términos totalitarios, bastante peor. La oposición se ha convertido en un reclutamiento de presos políticos y de políticos presos, con Leopoldo López y el alcalde metropolitano de Caracas, Antonio Ledezma, compartiendo lugar de residencia. La población solo puede ocuparse de apaciguar sus necesidades básicas en el que se supone es un Estado de Derecho. El miedo y las carencias actúan como leyes mordaza que cada día aprietan más. Este panorama impide que se pueda vislumbrar cualquier tipo de cambio o mejora en este 2015. Como todo sistema autoritario, silencian también los medios  y, con ellos, la democracia. El diario caraqueño ‘El Universal’ fue vendido no se sabe a quién perdiendo por el camino la línea editorial crítica que lo caracterizaba, y acaba de desaparecer el conocido periódico ‘Tal Cual’, liderado por opositores. Asimismo, todos aquellos creadores de cultura que no apoyan al Gobierno son defenestrados e imposibilitados para conseguir cualquier tipo de mención o reconocimiento estatal. Hacerlos olvidar es hacerlos invisibles.

Venezuela es cada vez más cubana y menos querida. Esto tiene unas consecuencias en el plano geopolítico. La OEA (Organización de los Estados Americanos) se mantiene impertérrita ante la situación del país. Vecinos como Colombia y Brasil son ahora países en principio democráticos que le dan la espalda. Maduro infravalora la inteligencia del pueblo elector al hablar de una mano negra conspiratoria. ¿Qué va a hacer? ¿encarcelar a toda la oposición? El pueblo apoyaba a Maduro porque había sido nombrado por Chávez. Ahora se empieza a recoger la herencia chavista, y el nombramiento de su sucesor queda ya lejos. Tras ello, una democracia invisible. Sale muy caro ser un ciudadano libre en Venezuela. El precio, en muchos casos como en el del joven Kluivert Roa, es la muerte. ¿Esto era la Revolución?

…por los siglos de los siglos, amén.


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