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Canta Irlanda, el penúltimo viaje de Javier Reverte

Por Jordi Junca , 29 octubre, 2014

Canta Irlanda, un viaje por la isla esmeralda, era la última obra del prolífico periodista hasta la fecha. Sin embargo, este mes de Octubre sale a la luz el último viaje de Reverte: un otoño romano. Para anticipar qué es lo que nos encontraremos en ese periplo por la ciudad eterna, veamos qué es lo que ofrece su ascendente más directo.

Estaba paseando una vez más por la librería. A veces uno piensa que va a volverse loco entre tanto libro, así que espera a que la divina providencia le revele la obra adecuada. Miles de lomos incrustados en la estantería, cientos de novedades acurrucadas sobre la mesa, recelosas, todavía con el precinto rodeándoles la cintura. En realidad, esa tarde fue fácil decidirse. Creo que todo aquel que sienta cierto aprecio por el mito hubiese caído en la misma trampa. Allí estaba la última de Reverte, aunque, lo admito, no había leído nada de él hasta entonces. Hablaba de Irlanda, no obstante, motivo suficiente como para darle una primera oportunidad. El libro se ubicaba en la sección de literatura de viajes, así que también en ese sentido estaba perdiendo la virginidad. Bueno, eso suponiendo que realmente exista un género tal, hecho que a día de hoy genera cierta controversia. Hay quien dice que, simplemente, esta clase de artefactos pertenecen al fin y al cabo al género narrativo. Por el contrario, otros aseguran que es un género literario en si mismo. En cualquier caso, a la crónica de viaje se le presupone un cierto tono periodístico sin dejar de lado un carácter poético. En otras palabras, se trata de dar testimonio directo de una experiencia en algún lugar del mundo. Si lo que se escribe después es realidad o ficción, supongo que nunca lo sabremos. La verdad, uno ya no sabe lo que es real o imaginado. En ocasiones, la línea que los separa es tan fina…

Sea como fuere, uno se da cuenta en seguida de que Javier Reverte comparte su experiencia y la de los demás. En efecto, su viaje sigue la estela que dejaron escritores anteriores y personajes célebres. Ya no importa tanto la anécdota, sino discernir lo que queda de un pasado mítico. El autor visita los lugares en los que otros vivieron momentos importantes, tal vez para experimentar unas mismas sensaciones o, quizás, con la intención de dotarlos de un nuevo significado. Así pues, Reverte traza una ruta por las ciudades y pueblos que marcaron a los grandes escritores irlandeses, sirviéndose de sus poemas para dibujar con mayor precisión el paisaje. De hecho, lo de sus escritores es una tema recurrente. Sus efigies nos observan desde las paredes de los pubs y la gente habla de ellos como si hablaran de dioses. No en vano, dice Reverte, Irlanda es proporcionalmente el país que más literatos ha visto nacer en todo el mundo. Quizás por eso, contagiado por la poesía que emanan las tierras verdes de la isla, el autor nos refiere su viaje sin olvidar las metáforas y las palabras bonitas.

Y, sin embargo, no solo se habla de los escritores. Si bien es cierto que éstos ocupan gran parte del folklore irlandés, la mitología nacional también guarda un lugar de honor para los héroes caídos.  Así pues, del mismo modo que el autor recorre aquellos lugares relacionados con los escritores, hace lo propio con anclajes relevantes dentro de la convulsa historia de Irlanda. Parece que esos tiempos quedaron atrás, afortunadamente. Y aun así, antes de que Irlanda se convirtiera en la República que es hoy, esa isla era lo más parecido a un campo de batalla. Por supuesto, Reverte aprovecha cualquier excusa para ilustrarnos esa parte menos agradable pero más épica. Lo hace tal vez con demasiados nombres y demasiadas fechas, convirtiéndose en ocasiones en un libro de historia. Pero, al fin y al cabo, Irlanda es lo que es gracias a esos hombres.

 Escritores, revoluciones, guerras…y qué decir de las canciones. Efectivamente, cualquiera que esté interesado en conocer la cultura propia de la isla sabrá que la música es quizás su elemento más genuino. Esa música capaz de transportarnos al pasado, herencia celta mezclada con una tradición cocinada a base de grandes héroes y hombres borrachos. Sabedor de esa realidad, Reverte cuenta diversas experiencias en los pubs y comparte en numerosas ocasiones letras de canciones que ilustran mejor un capítulo de la historia irlandesa o, simplemente, una anécdota. La cultura de la cerveza y la música, que junto a los escritores y los héroes nacionales dicen mucho de lo que es Irlanda. Llegados a este punto, lo cierto es que uno termina el libro con la sensación de que conoce mucho mejor el país de los leprechauns.


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