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Alucinaciones

Por David Acebes , 1 junio, 2014

Hace unos días, mi paisana Soraya Sáenz de Santamaría se despachó a gusto con una frase para la posteridad. En el auditorio de la Feria de Muestras de Valladolid, afirmó, sin el más mínimo pudor, que “solo hay que salir a la calle para ver que la gente está mucho más alegre que hace unos meses”.

Obviamente, esta frase ha traído cola y ha sentado como un tiro a los más de cinco millones de parados de este país. Algunos, en twitter o facebook, hablan de «broma de mal gusto». Otros, simple y llanamente, de «tomadura de pelo».

Sin embargo, vislumbro cierto poso de verdad en el fondo de sus palabras. Veamos.

En su último libro (Alucinaciones, Anagrama, 2013), el doctor Oliver Sacks menciona el «síndrome de Charles Bonnet», enfermedad que provoca que algunas personas con pérdida visual aguda sufran «alucinaciones visuales complejas». Estas visiones pueden ser de cualquier tipo, pero lo más habitual es que adopten la forma de personas o animales. Tate. Cuando leí esto, lo supe de inmediato. Son la clase de alucinaciones que padece doña Soraya Sáenz de Santamaría. Personas felices que aparecen y sonríen.

Cuando la vicepresidenta del gobierno sale a la calle, no ve una larga cola de parados mendigando un trabajo en la oficina de empleo. ¡Que va! Ella ve una serpiente multicolor de personas alegres que quieren comprar el pan. Cuando se topa con un embargo, ella no ve a un pobre desahuciado. Lo que ve es a otro dominguero más que se marcha a Benidorm. Y así, a cada paso que da, a cada vistazo que echa.

Por ello, retiro cuanto pensé al escuchar su comentario. Y, de todo corazón, le deseo una pronta recuperación, pese a que me consta que para este «síndrome» no existe un tratamiento específico, salvo, en su caso, el de abrir bien los ojos de vez en cuando.

Aunque -ahora que lo pienso- he de reconocer que últimamente yo mismo padezco una serie de alucinaciones de las que el doctor Sacks también nos habla en su libro. Se trata de las denominadas «alucinaciones de texto». Visiones de letras, líneas o versos que aparecen en los lugares y momentos más insospechados. Hasta donde sé, no se pueden leer y muchos menos interpretar. Mas, por si acaso, he memorizado una, la última que he tenido, y la voy a escribir a continuación, por si alguno de mis felices lectores encuentra en ella algo de sentido:

   [Décima satírica]

   «Mire usted, Santamaría,
no se mofe de la gente.
Hay que ser más consecuente
con aquello que se pía.
¡Ojalá que llegue el día
que podamos sin decoro
admitir, todos a coro,
que tenemos mucha guita!
Por lo menos, Sorayita,
como tiene tu Montoro.»


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