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Alemania no es país para viejos

Por Esther Patrocinio , 11 marzo, 2014

Marzo…casi primavera, época de alemanes que emigran  a Canarias en aviones que salen llenos de Hamburgo, Berlín, Stuttgart, Munich…y mientras cada día llegan a Alemania una decena de españoles titulados o sin titular en busca de trabajo. Va a ser cuestión de invertir en aerolíneas españolas que transporten a esos Pepes y Pepas que se vienen a Alemania, porque ese será el único producto que exportemos al resto del mundo…eso y el fútbol, ¡que estamos en plena cuenta atrás para el Mundial de Brasil! Si ganamos a Alemania por unos días Merkel and company dejarán de mirarnos por encima del hombro en Bruselas, les habremos superado en algo…aunque ya hay cosas inmateriales que no se pueden traspasar en cantidades monetarias que a nosotros nos sobran y ellos no saben dónde buscar…

Primavera en Munich
Autor: Esther patrocinio

Una señora llama a mi teléfono por confusión, quería hablar con otro departamento y me pide información sobre una pensión en la que poder quedarse durante medio año en cualquier pequeño pueblo de España. Le pregunto por esa petición tan extraña, qué quiere hacer porque no es lo mismo si busca un lugar al norte o al sur del país. Entonces se desata la melancolía. La señora me cuenta que a sus 70 años siente que la vida se le escapa de las manos, que no tiene nadie con quien hablar aquí, ni amigos, ni familiares. Se me ocurre que no sé cómo va a poder comunicarse en medio de la meseta en una población de varios cientos de habitantes sin hablar español y me responde que aprenderá con el tiempo, cada mañana sentada en una terraza leyendo el periódico mientras toma un café y charla con los vecinos. Trato de ponerla en situación, la vida en los pueblos de España no es una fiesta contínua, la gente trabaja (los pocos afortunados que aún pueden) y el resto tampoco se sienta en las terrazas para charlar con los desconocidos y menos si son extranjeros pero ella responde, «¡Los españoles son siempre tan amables y simpáticos!». Le recuerdo que no es lo mismo conocer un país como turista que estar allí como residente, las ciudades de la costa siguen siendo oasis irreales cargados de sueños en temporada alta. Al otro lado del teléfono suspira hondo, me pregunta qué puede hacer…no quiere ni oír hablar de seguir en Alemania y pienso lo irónica que es la vida, la mitad de España viene a Alemania sin tener ni idea del idioma buscando trabajo y aquí los viejos se desesperan porque no tienen ni un canario enjaulado con el que charlar. Sólo se me ha ocurrido hablarle de la Asociación Cultural Hispano-alemana de Múnich para ver si encuentra más gente alemana de su edad que esté interesada en hablar español. Cuelgo el teléfono pensando que este no es país para viejos y algunos días tampoco lo parece para adultos de mediana edad…dicen que Munich es la ciudad de los solteros/as, con más de un millón y medio de hogares unifamiliares. No lo dudo.

Alemania es un gran país, hay trabajo, los alemanes son responsables y trabajadores, sí todo eso es cierto («incluidas excepciones que haberlas haylas») pero en el afán por alcanzar la productividad y el éxito profesional dejan al margen las emociones, el cariño, la expresión, la afectividad…¡tiene narices que yo me haya dado cuenta de tales carencias! La vida es breve,  ningún día dura más de 24 horas y los días que echo de menos un abrazo no puedo evitar pensar en España. Al final resultará que vivir aquí no es tan maravilloso y estupendo y algún científico alemán acabará demostrando que es mejor para la salud vivir en un lugar donde la gente sonría a pesar de la crisis. Es una opción, crear empresas que alojen a los alemanes y alemanas que se sientan solos, desesperados y abandonados en hogares españoles. Al final va a ser cuestión de invertir en las personas antes que en los bancos.


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