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Activismo silencioso

Por Irene Zoe Alameda , 31 enero, 2015
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Michelle Obama fue ignorada por la corte del nuevo rey de Arabia Saudí.

 

Esta semana, hasta los republicanos más acérrimos han mostrado públicamente su apoyo a la primera dama de los EE UU, algo que no han hecho en los siete años de mandato de Obama. ¿Cuál ha sido el motivo? La humillación explícita a la que los miembros de la corte del nuevo rey de Arabia Saudí y varios dignatarios locales la sometieron cuando acompañó a su marido a presentar sus respetos por la muerte del rey Abdalá. El ninguneo comenzó en el aeropuerto y continuó en el Egra Palace. Al menos cincuenta hombres negaron la mano, el saludo y la mirada a la primera dama de los EE UU.

 

Dan igual los motivos que semejantes mastuerzos esgriman para justificar su comportamiento: que si “ella no llevaba velo”, que si “iba de azul”, que si “para ellos una mujer carece de entidad pública”… El presidente norteamericano decidió acortar su visita a la India para reafirmar su amistad con el reino saudí, una acción por la que fue duramente criticado. En el Siri Fort Auditorium de Nueva Deli, Obama había dado un severo discurso en el que abogaba por los derechos de las mujeres: “Nuestras hijas merecen las mismas oportunidades que nuestros hijos”, afirmó.

 

Horas más tarde en Riad, ese mismo día, la señora Obama no perdió la ocasión de oro de, humildemente, recordar al nuevo rey Salman que los derechos de las mujeres tienen todo el camino por recorrer allí. Su presencia silenciosa y firme, soportando con gesto adusto el cerril ejercicio de poder vano de aquellos hombres fue el mejor homenaje a la resistencia pasiva aprendida de Gandhi.

 

Conviene recordar que Arabia Saudí es el único país del mundo, junto con el Vaticano, donde las mujeres no pueden votar. Por supuesto, tampoco pueden salir a la calle sin la compañía de un varón de la familia, conducir o incluso probarse ropa en unos grandes almacenes. Imagínese quien lea este artículo su existencia sin esos pequeños gestos cotidianos de libertad: una vida de interior, de reclusión; un infierno.

 

También en el Reino Unido la bandera del Parlamento británico ondeó a media asta por el monarca finado. Semejante hipocresía en la política exterior occidental encuentra su explicación, en primer lugar, en el compromiso militar saudí con la OTAN, y en segundo lugar en la dependencia energética que todavía los países desarrollados tienen de su aliado árabe. Que todos nosotros paguemos ahora mucho menos dinero por los carburantes es el resultado de la decisión del fallecido Abdalá de expulsar del mercado a sus más directos competidores, los también exportadores Rusia y Venezuela. Una estrategia la de Arabia Saudí que, por otra parte, persigue mantener atada a la gasolina barata a la clase media occidental, que estaba empezando a transitar hacia los coches eléctricos y otras formas de consumo no dependientes de los combustibles fósiles.

 

La llegada de un nuevo gobernante a un país que reprime a la mitad de su población podría constituir una buena noticia y hacernos soñar con el futuro respeto a los derechos humanos. Pero no cabe duda de que los signos enviados por los nuevos dirigentes no pueden ser menos esperanzadores.

 

www.irenezoealameda.com


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