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Abril: la primavera que no floreció

Por Luis Rivero , 24 abril, 2014

CLAVELES 3Era el 25 de abril de 1974, pero no recuerdo cómo se llamaba el niño que aparece en la foto junto a algunos soldados de las Fuerzas Armadas Portuguesas. Uno de los rostros más jóvenes que captaron las cámaras aquel día se convirtió en icono de la revolución de los claveles.

Pero la revolución de abril estuvo llena de malos presagios desde el inicio. Primero fue el descabezamiento del movimiento revolucionario dentro de las Fuerzas Armadas, apenas un año y medio después de aquel abril del 74. Le siguió el encarcelamiento del cerebro de aquella rebelión: Otelo Saraiva de Carvalho.

Creo haber leído en alguna ocasión que el niño que aparece en la imagen acabó años después enganchado en la heroína, deambulando como un kamikaze por las calles lisboetas. Otro vaticinio de como terminaría aquella revolución. Los malos augurios se confirmaron cuando se apagó la voz de José Afonso, el autor del Grândola villa morena. Con su muerte pareció callar la revolución definitivamente.

La revolución de los claveles dejó algunas cosas buena, entre las que se cuenta la que se presumía era “la constitución democrática más avanzada del mundo”. Que luego sufriría, en el transcurso de los años, mutilaciones varias que la dejarían prácticamente lisiada y condenada a mendigar por las calles. Muchas de estas amputaciones fueron practicadas desde Europa. Promovidas por esa versión del pensamiento único que llaman –de manera eufemística– “neoliberalismo”.

De aquella primavera de abril que no llegó a florecer quedaron tan sólo unos claveles marchitos y un puñado de lamentos. Si afinamos el oído, podemos percibir su callado murmullo por las esquinas de la vieja Lisboa.

En las movilizaciones contra las políticas de austeridad de los distintos gobiernos se entonan de nuevo los acordes del Grândola Villa Morena. Sus ecos siguen resonando en las plazas y a las puertas de palacio. Aunque Portugal hace tiempo que dejó de ser “terra de fraternidade” para convertirse, al igual que otros países del sur, en campo de experimentación de esta nueva forma de criptofascismo que nace en sede europea. Todo barrunta un largo y frío invierno. Pero dicen que inexorablemente a cada invierno le sigue siempre la primavera…

 

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