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20D: Descalabro de la derecha y centro, auge de la izquierda

Por Octavi Franch , 22 diciembre, 2015

 

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El desastre del PP y del PSOE del todo previsible y, de hecho, todas las encuestas lo daban por asumido. Pero quizá nadie esperaba un retroceso tan diáfano, sobre todo porque no ha sucedido ningún acontecimiento extraordinario para que eso sucediera, como en el caso de la primera victoria de José Luis Rodríguez Zapatero a causa de la negligente gestión del gobierno de Aznar a raíz del monstruoso atentado del 11M. Ahora, el único suceso sorprendente ha sido doble: la aparición en la escena política española de un partido catalán (Ciudadanos) y de uno madrileño (Podemos) que nació antes de tiempo, pero que ahora ha recogido los frutos de su inmensa labor gobernando los difíciles y complejos ayuntamientos de las 2 principales ciudades de la península; ambas, por cierto, históricamente gobernadas por el color rojo, ahora lila.

Si estas elecciones se hubieran celebrado hace 2 años, Podemos hubiera usurpado el segundo lugar al PSOE porque entonces sí que eran el partido preferido para la mayoría de los españoles con el fin de provocar el cambio que tanto necesitamos todos los ciudadanos de España. Pero Podemos ha sufrido las consecuencias del mal clima social y político en Grecia y esto les ha pasado factura, pero no tanta como todo el mundo creía los últimos meses de precampaña. Por lo que respecta a Ciudadanos, el desastre aún ha sido más mayúsculo que en los casos de los 2 partidos clásicos, ya que sus expectativas eran, como mínimo, quedar como segunda fuerza. Cuarta y porque no había nadie más detrás suyo con algo diferente que decir. Los neoliberales de color naranja creían que su excelente resultado los pasados comicios catalanes les catapultarían a ser decisivos en Madrid, en nombre de todos los españoles. Y no ha sido así ni lo será. Serán una parte de la oposición, una oposición de la cual tendrán que decidir el talante y el tono, dependiendo de si se lleva a cabo una hipotética e improbable ute PP+PSOE.

La mayoría simple del PP era evidente antes de introducir las primeras papeletas en la urna en cuestión. Pero tanto los azules como los naranjas estaban convencidos de que podrían gobernar en coalición con mayoría absoluta y que Albert Rivera sería vicepresidente de España, y Toni Cantó ministro de Cultura. Pero tampoco. Y tampoco se puede producir al revés: un gobierno de concentración de centroizquierda entre PSOE y PODEOS. Tampoco suman. Y así pues lo único que sí suma es una mayoría absoluta formada por azules y los rojos, lo cual no se producirá porque no es necesario un gobierno de concentración contra un enemigo en común. Los azules y los rojos piensan muy diferente en lo que, para ellos, es el eje de su política interna: la modificación de la Constitución, una ley que por cierto no votaron los primeros pero sí los segundos. La ironía de la política española. Siempre gobiernan los mismos. Pero de aquí a 4 años, si no antes, el presidente de España será un chico con las mangas para arriba y el pelo recogido. Confiemos, desde la lejanía próxima de la República de Cataluña, que Pablo Iglesias no sea el heredero de Felipe González y no coloque a su lado a un personaje tan siniestro como Alfonso G (Gal) Guerra.

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